Cuando preguntamos a la ciudadanía cuál es el contaminante más importante en las aguas marinas del Mediterráneo los plásticos siempre ocupan un lugar destacado. Son fácilmente identificables en el mar, en las playas y hasta en los interiores de los animales. Los hay de todo tipo y origen.
En esta entrada nos centraremos en unos plásticos menos evidentes pero que son potencialmente importantes para el ecosistema marino, y para la salud humana, los microplásticos.

Se trata de partículas menores a 5 mm de composición diversa (los componentes más usuales en la costa Mediterránea española son los polietilenos, polipropilenos y poliestirenos). Llegan al mar a través de diversas vías: en ocasiones son vertidos directamente al mar o las aguas residuales de las ciudades, que desembocan al mar, a través de productos de higiene personal y cosméticos que contienen micropartículas de plástico como por ejemplo, geles exfoliantes o pastas de dientes. En ocasiones llegan como residuos producidos durante el lavado de ropa sintética; finalmente también se forman por la degradación de productos plásticos de mayor tamaño por el contacto con el agua o la radiación solar.
Hoy en día están presentes en toda la costa peninsular española con concentraciones cercanas a los 180.000 mp/km2.
¿Deberíamos estar preocupados?
En primer lugar, es importante señalar que los estudios realizados en nuestros mares muestran que ya están presentes en la mayoría de las especies marinas, en los diferentes niveles de la cadena trófica y en todas las profundidades.
Por ejemplo se han detectado microplásticos en un 58% de las sardinas (Sardina pilchardus), un 60% de las anchovas (Engraulis encrasicolus) capturadas en la costa levantina, en un 57,8% de la boga (Boops boops) de la costa catalana, en el 33% del salmonete (Mullus barbatus) pescado en el mar balear, y en la palometa (Trachinotus ovatus) (24,32%). También se ha detectado su presencia en especies muy importantes para la economía pesquera en zonas más profundas como las gambas rojas (Aristeus antennatus) de las costas del mar catalán y en animales más alejados de la costa, y con dimensiones mayores, como es el caso de los delfines listados (Stenella coeruleoalba), especie muy presente en el mar Mediterráneo, en ejemplares de las costas catalanas y valencianas.
En segundo lugar, es importante ser conscientes que la presencia de estos plásticos conlleva la presencia de aditivos que les dotan de propiedades como color, flexibilidad, impermeabilidad, etc. que pueden tener impactos importantes en los animales que los ingieren ya que en concentraciones suficientes -algunas detectadas en condiciones naturales- pueden actuar en los sistemas hormonales, en el ciclo reproductivo, facilitar la aparición de cánceres, o alterar diferentes aspectos de la salud fisiológica del animal.
Cómo afecta la presencia de microplásticos, y las sustancias asociadas, a la fauna marina es un ámbito científico aún en evaluación, pues el impacto sobre el animal depende tanto de las características de los contaminantes como de la cantidad ingerida y acumulada.
Pero finalmente, ¿cómo repercuten en la vida humana? Los resultados aun no son concluyentes, pero se comienzan a identificar indicios de su potencial toxicidad. El potencial impacto depende por una parte de la cantidad y las características del microplástico (tamaño, formas, composición química y sustancias adheridas, etc.) que hace variar su toxicidad. Y por otra parte también se necesita conocer mejor de las vías de incorporación a la cadena trófica y el nivel de bioacumulación, pues es así como pueden llegar a concentrase cantidades elevadas a través de la ingesta de productos marinos.
Así pues existe un consenso emergente que si bien aún no existen evidencias suficientes en nuestras costas para identificarlo como un riesgo para la salud sí se deben implementar prácticas preventivas por sus potenciales implicaciones y difícil remediación una vez se han incorporado los plásticos al medio marino, por lo que es recomendable aplicar el principio de precaución y tomar medidas para disminuir su presencia en las aguas y acelerar la investigación en este ámbito. El incremento en las concentraciones marinas de un material sintético, con capacidad de entrada en nuestros organismos es preocupante, y otro problema donde la sociedad debe actuar sin retraso.