Algunas especies pelágicas de gran interés comercial para la pesca española como la sardina y boquerón (o anchoa, como se llama en algunas zonas) han mostrado caídas importantes en su abundancia y captura y cambios en su distribución y un empeoramiento de su condición corporal en los últimos años. Al mismo tiempo, hay especies potencialmente competidoras, como la sardinella (o alacha) u organismos gelatinosos (medusas), que han expandido su distribución y han aumentado su abundancia. Todo indica que se está produciendo un cambio a gran escala en las costas mediterráneas españolas.



Es una crisis motivada por varios factores entre los que destaca una sobrepesca histórica y presente, a la que se le une el efecto del cambio climático, que incluye el calentamiento de las aguas y cambios en la productividad marina, y el aumento de la polución por plásticos que está afectando a la salud de los organismos marinos.
En un reciente artículo, muy recomendable, publicado por Marta Coll (ICM-CSIC), Jose Maria Bellido (IEO) y María Grazia Pennino (IEO) en la revista The Conversation , se explica que diferentes combinaciones de reducción de esfuerzo pesquero del cerco y arrastre, acompañados por una protección la zona costera con profundidades menores de 50 metros y la creación de refugios climáticos podrían contribuir a asegurar las capturas de especies pelágicas comerciales y mantener unos adecuados niveles de biomasa de estas especies en el mar.
La dificultad estará, en buena parte, en convertir este conocimiento en un plan de gestión que responda a la dimensión del reto planteado.
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